Dos relatos supuestamente cómicos muestran la banalización de la violencia machista a través de los medios audiovisuales y las redes sociales.
Juguemos a las pelÃculas y hagamos un ejercicio de imaginación: piensen que soy un director de cine joven que acude a sus suntuosas oficinas de producción para venderles un gran proyecto cinematográfico. Tengo dos ideas en mente.
Historia A [una comedia homenaje a las pelÃculas de parejas de policÃas de los ‘80 comoArma letal o Tango y Cash pero al estilo europeo]. Unos chicos se disponen a mear en un descampado de las afueras de ParÃs y descubren que lo están haciendo sobre el cuerpo de una elegante y guapa mujer muerta. Durante la investigación criminal sobre este caso, un oficial de policÃa del centro, machista y pijo, se convierte en compañero de un policÃa de color de los suburbios en la investigación: su primer encuentro es hilarante porque el policÃa pijo huele el meado del cadáver sin saberlo. En otra inolvidable escena en la morgue, este mismo policÃa alaba el atractivo de la asesinada y bromea sobre la posibilidad de que se hubiera operado las tetas tocándolas para averiguarlo ante las risas del forense y la censura de su compañero. La pelÃcula termina tras unas cuantas bromas a costa de los gitanos y con el caso resuelto: “Al final era tan sólo un crimen pasionalâ€.
Ante la violencia machista como recurso cómico tenemos que levantarnos del cine yhablarHistoria B [cine de autor crÃtico con la sociedad americana muy en plan Dogville con toques de Haneke en El vÃdeo de Benny]. Dos quarterbacks del equipo de fútbol de una pequeña localidad norteamericana salen de fiesta una noche en la que se celebra la vuelta al instituto. Durante esa noche encuentran a una conocida inconsciente por el alcohol y deciden llevarla de fiesta en fiesta en una larga travesÃa de seis horas donde esta chica es vejada de todas las maneras posibles, incluida la violencia sexual. Le hacen fotos que se suben a Instagram, se le describe en Facebook como un “cuerpo muertoâ€, se tuitea su estado (“alguna gente merece que se le meen encimaâ€, “han meado sobre ella. Asà es como se sabe que está muerta, porque alguien la ha meadoâ€) y finalmente uno de ellos tras afirmar que la canción de esa noche era Rape me de Nirvana, decide penetrarla con los dedos en su coche para después eyacular sobre ella y hacerle fotos en su sótano. La chica a la mañana siguiente no recuerda nada y aparece semidesnuda en el mismo lugar. Los responsables intentan eliminar pruebas y suplican a la chica que no presente cargos. La pelÃcula termina con ella dirigiéndose hacia el juzgado junto con su madre y bajo la mirada censora del pueblo, que no puede impedir que vaya a arruinar la vida de esos dos buenos estudiantes y deportistas.
Como podrán ver, como futuro y moderno director de cine exploto la vieja fórmula de éxito que hizo famoso el escritor francés Victorien Sardou, autor de Tosca, que se resumÃa en ¡Torturad a las mujeres! Pero, eso sÃ, con dos estilos muy diferentes como son el cine comercial y el cine de autor, ahora, claro, les toca a ustedes: ¿cuál de las dos historias financiarÃan? Evidentemente, el juego tiene un truco que ya habrán supuesto: una historia es falsa y la otra es verdadera.
La historia A es el argumento de una pelÃcula que cuando lean este artÃculo estará en sus cines, incluidos los de versión original, después de acompañarle en las marquesinas, revistas y magazines televisivos: se trata del mega éxito de taquilla francésIncompatibles (De l’autre côté du périph, 2012) dirigido por David Charhon en la labor de recuperar los peores tics de las pelÃculas de parejas de hombres (buddy films) en clave policial y birracial con un dúo formado por los actores Omar Sy y Laurent Lafitte, dándole el toque europeo con algunas referencias a Belmondo. La historia B es la historia de una violación ocurrida en Steubenville, Ohio, la noche del 11 de agosto de 2012 y cuyo reciente juicio ha galvanizado EE UU. Sus protagonistas junto a la chica violada son Ma’lik Richmond y Trent Mays, todos menores de edad y rondando los 16 años.
Si las diferencias son difÃciles de tragar, las similitudes directamente nos hacen vomitar al descubrir los mecanismos narrativos y visuales que las entrelazan. Unos mecanismos que sólo podemos analizar, aquà les pido un esfuerzo en aguantar las arcadas, si aislamos un hecho terrible pero real: la historia A es una pelÃcula (una ficción visual) y la historia B es una realidad (un acto espantoso) pero ambas coinciden en que han generado imágenes ya que la violación fue prácticamente retransmitida a tiempo realpor todo el pueblo a través de las redes sociales en forma de vÃdeos y de fotos. Si bien las imágenes de Incompatibles se integran y confunden en el flujo del cine comercial y las del caso de Steubenville fueron eliminadas y rescatadas por una bloguera que se dedicó a hacer capturas de pantalla, ambas coinciden en utilizar la violencia machista como recurso cómico. Las vÃctimas son convertidas en “mujeres basuraâ€, que dirÃa Pilar Pedraza, arrojadas al vertedero de nuestra producción audiovisual gracias a su inercia, muñecos sin vida que producen risa, puro material plástico degradado y blando como en una de las escasas fotos que han transcendido de aquella noche, en la que la chica violada aparecÃa cogida de brazos y pies bajo el epÃgrafe sloppy (“blandengueâ€) que acompañaba al calificativo de zorra.
Otro de los elementos comunes es que ambas narraciones visuales están protagonizadas poruna pareja de chicos de distinto carácter y raza que a su vez representan distintos tipos de masculinidades hegemónicas a las que acogernos, mecanismo que, como hemos visto, está en la base de los buddy films. Finalmente hay entre estas dos historias un punto que considero esencial: la construcción de la violencia machista como un espectáculo colectivo bautizada por los manifestantes y por la prensa americana como rape crew o “camarilla violadora†y que en su calidad de acusación colectiva creo que es una buena reflexión final. La violencia machista gratuita de IncomÂpatibles, asà como los actos de Steubenville banalizados en la red, nos convierten a cada una de nosotras, espectadoras, en colaboradoras silenciosas. Ante la violencia machista como recurso cómico tenemos que levantarnos del cine y hablar.
Por:Â NACHO PALOMITAS
Fuente:Â https://www.diagonalperiodico.net/culturas/sonrisas-labios-partidos.html