El 8 de diciembre de 2004 el mundo del metal sufrió una de las más grandes pérdidas, sólo comparable con el accidente sufrido por Randy Rhoads muchos años atrás. Dimebag Darrel, fundador y guitarrista de Pantera era asesinado en pleno escenario mientras ofrecÃa un concierto con su banda Damageplan. El asesino además ejecutó a otras tres personas y fue hasta después de varios minutos que fue abatido, no sin antes dejar un gran vació en la música.
Darrel se caracterizó siempre por tener fuertes sonidos de guitarra, grandes riffs y potentes solos que en cuanto se escuchaban se identificaba a quien pertenecÃa la lira. Era de los pocos privilegiados en tener un estilo único inigualable, identificable no sólo por fanáticos sino por colegas del mundo de la música quienes lo catalogaban como uno de los más grandes músicos de la historia del metal. El fundador de Pantera habÃa logrado traspasar esa frontera entre los que se quedan en el intento y los que logran triunfar a nivel mundial, elevándose a lo más alto junto a estrellas como Ozzy, Metallica, Judas Priest, o incluso Iron Maiden.
Pantera sin duda fue la banda que lo elevó a la gloria, que lo dio a conocer en el mundo, que le abrió las puertas al estrellato, pero también fue el grupo que le causó la muerte, pues según investigaciones después de su deceso, el fanático lo habÃa hecho porque estaba en desacuerdo con la ruptura de su banda original. Algo tan estúpido que no tiene explicación lógica alguna.
La revista Guitar World cataloga su solo en “Cementary Gates” como uno de los 100 solo más emblemáticos de la historia. Quien no recuerda esos riffs fuertes en “Walk”, o esos acordes estridentes en “Becoming”, sin duda alguna ejemplos de perfección.
El funeral fue todo menos triste, a la cita acudieron decenas de metaleros y parecÃa más una fiesta que otra cosa. Lo enterraron en un ataúd de Kiss junto a algunas botellas de Jack Daniels, pues lo que se recordaba no era la muerte, sino el legado.