La semana pasada leÃa un artÃculo en Letras Libres titulado “La Cólera de los imbéciles” donde el escritor mostraba cómo miles de ciudadanos y sobre todo algunos medios de comunicación pedÃan a grito pelado hacer algo “efectivo” en contra de los maestros de la CNTE. El mismo viernes, cuando desalojaron el Zócalo, se leÃan varios twitts pidiendo sangre, alegrándose porque por fin les habÃan roto la madre. Muchos seguÃan afirmando, sin tener un argumento de calidad, que qué bueno que estos huevones habÃan sido tratados asÃ. Un comentario que me llamó mucho la atención fue el de una usuaria que incluso pedÃa el regreso de DÃaz Ordaz y que las tanquetas les pasaran por encima a los maestros.
Definitivamente estamos ante una situación más que vergonzosa. Independientemente de si se está a favor o en contra del plantón de la CNTE, pedir sangre a gritos, criminalizar asà a un grupo social y alegrarse porque los golpean, sólo viene a demostrar que vivimos en una sociedad más que hipócrita. Por un lado nos aterrorizamos por las muertes y decapitaciones del narco, pero por el otro nos alegramos de ver sangre de maestro en los toletes de la policÃa. Pedimos paz y no más sangre cuando el terror toca nuestra casa, pero pedimos desesperados una solución violenta contra un pequeño grupo de personas. Se cuestiona bajo severos escrutinios sociales a quienes exigen, pero obviamos descaradamente las acciones de diputados y senadores y por supuesto, no los cuestionamos para nada. Nos sentimos indignados porque seguramente en el extranjero damos una mala imagen de México con los plantones, pero no decimos absolutamente nada de las imágenes de violencia que también se reproducen en el extranjero.
hoy en http://www.razon.com.mx le dediqué mi carta al cnte. siguen jodiendo aquà y 2 millones de niños sin clases. pinches irresponsables
Los reclamos caen en el lugar más común del mundo: “son unos huevones” “que se pongan a trabajar”, “esos no son maestros”, “deberÃan de estar en las aulas trabajando”  y por supuesto, el más conmovedor de todos los lugares comunes: “pobres niños llevan más de un mes sin clases” (¿de verdad este cuate es creativo? Con razón la publicidad está asÃ). Parte de la sociedad se indigna porque miles de niños no tienen clases, pero tampoco hacen nada para remediar eso, ¿cuántos piden a gritos mejorar los programas educativos o que la SEP edite libros sin tantos errores? Es mucho más indignante la ignorancia de quienes dirigen al paÃs que una bola de “maistros” plantados en el Zócalo. Por supuesto que nadie exige algo de fondo, porque es más fácil criticar desde la comodidad de la ignorancia, dejarle la responsabilidad al otro; mientras tanto sà me declaro en favor de la educación y el trabajo, de los mexicanos que sà quieren cambiar al paÃs, me indigno cuando no puedo llegar rápido a mi destino, como si el tráfico fuera obra de los maestros: ¿alguien le reclamó a Ebrard por seis años de obras causante también de muchas horas perdidas en el tráfico?
SÃ, efectivamente, la culpa es de la CNTE junto con todos los problemas nacionales y sobre todo de la Ciudad de México. El chivo expiatorio de la frustración nacional recae hoy en un grupo de maestros y demostramos esas frustración reclamando sin fundamentos lo que no podemos reclamarle a los artÃfices de la debacle social, económica y polÃtica. SÃ, la culpa la tiene la CNTE, y junto con ella los millones de mexicanos que no sabemos reconocer culpas directas, no sabemos exigir a quien nos afecta verdaderamente y como nos da miedo hacer algo efectivo, es más fácil expresar nuestro odio contra un pequeño grupo de maestros (¿pequeño?) que contra un grupo aun más minoritario como la clase polÃtica del paÃs.
Hoy es la CNTE, mañana serán los campesinos, luego serán los estudiantes, luego los obreros, los ganaderos, pero finalmente siempre encontraremos algún culpable externo a nuestras frustraciones cotidianas de no poder tener un mejor nivel de vida. Mientras tanto la clase polÃtica sigue disfrutando las mieles de esa frustración confrontando a los menos. Seguro eso también es culpa de la CNTE.