Rincón de los recuerdos: Pink Floyd. The Wall

Aprovechando que David Gilmour cumplió años esta semana, nos damos a la tarea de recordar aquel clásico de Pink Floyd el cual rompió todos los esquemas posibles de aquella época al ubicarse como el máximo show en vivo por su originalidad, su espacialidad, ser completamente anacrónico y por supuesto, por marcar un antes y un después para los conciertos de estadio alrededor del mundo.
Corría el año de 1979, al fin de una década cautivada por el surgimiento de cientos de bandas que cambiarían la historia de la música para siempre. The warrios salía en los cines y mostraba una cruda realidad de las pandillas de Nueva York, Ridley Scott sorprendía al mundo con Alien y modificaba el concepto de ciencia ficción para volverlo algo de culto y Pink Floyd deslumbraba al mundo entero con una disco doble que pasaría a los anales de la historia como un disco mítico, fuera de serie, único en su género.

Después de la publicación de Dark Side of the Moon la banda se había vuelvo multifamosa, los conciertos se abarrotaban y los fanáticos crecían por montones. Algo más grande que eso parecía imposible, canciones que superaran lo creado en 1973 sonaba como algo descabellado, se creía que se había llegado a lo máximo en el grupo y que otra cosa sería muy pretensiosa pero poco exitosa. Roger Waters mencionó alguna vez que detestaba esos conciertos de estadio donde la gente no escuchaba la música y se la pasaban gritando, y fue ahí donde se le ocurrió comenzar a idear un álbum donde no tuvieran que ver directamente al público, donde se pudieran aislar de ellos y que la música fuera lo que realmente importaba. El camino se empezaba a escribir.
Las canciones reflejaban ese sentimiento que el propio Waters tenía acerca de su vida, sus padres, la guerra, la escuela, la decadencia humana en general, la destrucción a la que nos conducimos, el fascismo ilógico. Mencionaba esa angustia de quien no se sabe hacia dónde va, de quien no tiene idea qué hacer, esa ansiedad que cautiva a quien se siente perdido pero entiende que tiene que encontrar esa salida. Simplemente las canciones fueron una obra maestra de principio a fin pudiendo demostrar que siempre se puede mejorar en todos los aspectos.
Quien no recuerda esa primera canción y el poder de las guitarras y la batería para dar paso a una letra más que angustiante, donde lo que importa no es la persona ni los sentimientos sino la maquinaria institucional en sí. In The Flesh abría el disco y nos anunciaba que sería algo más allá de lo imaginable. Canciones como Mother, Hey You, Goodbye, Young Lust mostraban que Waters tenía algo más que decir que solamente una crítica social hacia lo que no estaba bien en el mundo. Si Money era el reflejo de la desgracia capitalista, Bring the Boys Back Home era la crítica a ese mundo donde la vida no vale nada y hay que luchar para salvar a los cerdos capitalistas. Qué importa un soldado cuando está en juego la economía de una nación.

The Happiest days of our lives y posteriormente The Wall se volvieron clásicos instantaneous y todo un himno mundial en contra de la educación recibida en los liceos, una lucha entre el alumno y el maestro, ¿habrá alguien que no la ubique?
Pero sin lugar a dudas Confortably Numb es la que rompe con todo convencionalismo al volverse una de las canciones más emblemáticas de la banda. Desde el comienzo se sabe que no será una rola como cualquier otra, que tiene ese tinte de no sé qué que la vuelve una obra de arte. La letra es el reflejo de la comodidad y la angustia de quien no sabe qué es o quién es y por supuesto el requinto del propio Gilmour hacen la combinación perfecta para entregarnos uno de los mejores solos de la historia. Cada nota se siente con tanta potencia que es imposible no sentir nada; se llega directamente a la médula, perfecta, no hay otra palabra.
The Wall está destinado a ser un disco que escucharemos mucho tiempo después, cuando ya no estemos nosotros seguramente nuestros tataranietos seguirán apreciando lo que se creó en el año de 1979 y que perdurará mucho más allá de nosotros. En buena hora feliz cumpleaños David Gilmour y muchas gracias por haber sido copartícipe de una de las más grandes rolas de la humanidad.

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