Rincón de los recuerdos. …and justice for all – Metallica

Era el año de 1988, año bisiesto y Margaret Tacher se convertía en la primer ministra más longeva del siglo XX. Metallica se reponía de un terrible acontecimiento que pudo haberlos mermado de la escena musical para siempre: la muerte de Cliff Burton. Tres discos de estudio los habían colocado en la cima del metal y los convertía en una de las bandas más potentes del mundo, sin embargo el trágico evento los ponía en una línea muy delgada entre el olvido y la gloria. Momentos depresivos, alcoholismo (lo que se había convertido en algo cotidiano para ellos) y audiciones poco favorables eran el pan diario para un ahora trío que se negaba a ser olvidados tan fácil; una cosa es cierta, de no ser por la tenacidad de Lars Ulrich, la banda no hubiera sobrevivido un mes.

Cliff Burton ya no estaba y un álbum nuevo tenía que escribirse. Después de varias audiciones y con el recuerdo aun del trágico evento, la banda seleccionó a Jason Newsted como su nuevo bajista. Sin pensarlo entraron al estudio y comenzaron con la grabación de lo que sería uno de los álbumes más emblemáticos de la historia no solo del metal, sino de la música entera. La banda se reponía con creces y creaba una obra de arte pocas veces igualada.

Blackened abría el álbum con poderosos riffs y una batería ejemplar. La intro que subía poco a poco demostraba una madurez de la banda que no había quedado tan de manifiesto en sus álbumes anteriores; los cambios de ritmo y los solos de guitarra daban fuerza a una primera canción que hacía prometer mucho a todas las demás. La necesidad de entender lo que podría ocurrid cuando la oscuridad venza nos hacía pensar en un futuro incierto y las pocas posibilidades de supervivencia. Llegaba la canción que daría nombre al álbum: …and justice for all nos recordaba que la justicia no es tan ciega como creemos y se vuelve una prostituta al servicio del que más tiene. Una oda de 9 minutos que recalcaba que la tiranía gobierna y se vale de todo para sus fines.

One, tal vez el himno más coreado de la banda, mostraba la desesperación de la humanidad ante acontecimientos desgarradores. La guerra como método indiscutible del dominio humano y el desaliento social para los fines de unos pocos. Que importa el sufrimiento de uno si está en juego el beneficio de otro. Y como cualquier emoción a tope, la misma canción subía de tono conforme avanzaban los minutos para cerrar con grandes solos de guitarra, con redobles potentes y una velocidad adecuada al sufrimiento humano. Si al comienzo la lentitud lastimera era el preámbulo de una delicia, el cierre rápido y fuerte demostraban que pese a todo desaliento, siempre hay posibilidad de escapar hacia donde nadie quiere.

The shortest Straw y Harvester of sorrow rectificaban el poder del álbum y de la banda para introducirnos a riffs potentes, solos desgarradores y una batería melódica pero fuerte y certera en cada redoble. Jason Newsted demostraba porque había sido el elegido dando buenos indicios de que estaría a la altura del que se fue. Para ser su primer intento en una de las bandas más ruidosas del planeta las expectativas habían quedado superadas; pese a su poca participación creando, sí logró hacer mucho ruido y encajar a la perfección en cada una de las canción creadas.

One – Metallica

La instrumental To live is to die, la cual irónicamente había sido coescrita por Cliff Burton, reflejaba una armonía aterradora, pues los cambios de ritmo, los tonos cerrados y oscuros parecían ser escritos por quien tiene destinada la inmortalidad a partir de su deceso. Como si Cliff supiera lo que le iba a ocurrir, la melodía es el parte aguas de un cierre excelso que solamente pudo ser escrito de esa forma. La penúltima canción también fue la última que coescribió con sus amigos. La letra, no importaba, no había, no existía ese sentimiento por decir algo cuando la misma música lo hace por sí sola, que importan las palabras cuando la melodía dicta lo que se debe de decir.

Finalmente Dyers Eve cerraba el círculo virtuoso para concretar un álbum que pasaría a la historia como uno de los mejores escritos; tal vez poco apreciado u opacado por su sucesor, el Black Album, pero genial de principio a fin para quienes supieron admirar a la banda en un momento de cambio. Canciones largas con cambios de ritmo marcaron el disco en todo momento; tal vez el último álbum donde se demostró ese poder que los puso el cima del metal, pues los siguientes discos cayeron en algo más comercial y digerible, sin embargo …and justice for all sí marcó un antes y un después en la banda, no solo por el hecho del nuevo integrante, sino por la calidad de las canciones y la posibilidad de sobresalir a pesar de todos los contratiempos.

 

@erickjuniorvd

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